Euskal emakume presoak #Etxera
En apoyo al Movimiento Feminista de Euskal Herria y con motivo de la jornada de movilizaciones convocada para el 8 de marzo, hemos convocado una movilización para informar sobre la situación de las mujeres presas. De hecho, por ser mujeres presas durante todos estos años han estado aún más aisladas y aún más alejadas, sufriendo un castigo más cruel dentro del sistema carcelario, uno de los exponentes más nítidos del sistema patriarcal. Esta situación ha cambiado un poco en los últimos meses, ya que los acercamientos de presxs vascxs en el Estado español han supuesto que un tercio de las mujeres presas que se encontraban dispersadas se encuentren ya en cárceles de Euskal Herria. En cambio, todavía hay 4 presas fuera de Euskal Herria, 2 en el estado francés y 2 en el estado español. En total son 26 las mujeres vascas presas.
Si estar preso bajo la política penitenciaria de excepción hace más dura la prisión, en el caso de las mujeres se añade el hecho de tener que cumplir condena en un lugar pensado exclusivamente para hombres. Se encuentran en un «no-lugar», porque en este sistema patriarcal es inaceptable que la mujer sea delincuente. Las prisiones se convierten en fábricas de recreación de las «buenas mujeres», que utilizan para «reeducar» a las mujeres presas. Las zonas de trabajo, los talleres, los reglamentos de vestimenta, las limitaciones para vivir la sexualidad… se utilizan para colocar a la mujer en el lugar que le corresponde según el sistema patriarcal.
Las mujeres sufren un triple castigo por estar presas:
· Castigo social: porque rompe el papel pasivo que el patriarcado impone a la mujer.
· Castigo personal: en el caso de «mala mujer» y/o madres se añade la sentencia de «mala madre» a la pena impuesta.
· Sanción penal: tal y como se ha indicado anteriormente, ya que la condena debe cumplirse bajo un sistema penal que no esté preparado para mujeres.
Además de esto, las mujeres presas vascas, tienen una pena adicional; una política penitenciaria de excepción. Como consecuencia de esto, y debido a la escasez de prisiones que están designadas para mujeres, las mujeres presas vascas se encuentran más lejos y más aisladas, con todo lo que esto conlleva.
En estos días de movilizaciones en las que nos une el empoderamiento de las mujeres y la disolución del sistema patriarcal, debemos entender también las cárceles como un ámbito a trabajar.
Acabar definitivamente con la cruda realidad penitenciaria nos corresponde a toda la sociedad, y para ello y para poder desarrollar el proceso de vuelta a casa, tenemos que seguir recorriendo el camino. ¡En el ámbito social, político, sindical, institucional, y en la calle!
Emakume presoak etxera!